Las calaveritas literarias a un hijo recién nacido son una ofrenda a una de las experiencias más trascendentales de un ser humano: traer un hijo al mundo. Sentirse capaz de darle vida a otro ser nos coloca en la cumbre de la sensibilidad y la ternura.
Cuando escribimos una calaverita literaria a un hijo recién nacido generalmente se tiende a narrar lo que sentimos cuando vemos por primera vez a nuestro hijo recién venido al mundo y lo que se siente al acurrucarlo en nuestro regazo. En estas calaveritas se intenta describir esa luz que irradia de los ojos de un niño al nacer, esa luz que lo ilumina todo y llega a los rincones más profundos de nuestro ser.
Esa experiencia de iluminación y trascendencia solo puede ser dicha y descripta con las palabras de la poesía y el verso. El lenguaje del verso y la rima tienen la capacidad de decir lo que no podemos decir con el lenguaje cotidiano. Es por ello que el arte de estas calaveritas no deja de tener factura y alta calidad estética.

Escribir una calaverita al recién nacido
Las calaveritas a un hijo recién nacido cantan el milagro de la vida y ese misterio insondable que rodea a toda vida que acaba de llegar al mundo. Es estas calaveritas celebran cómo en las pequeñas manitas de un niño cabe el universo entero.
La llegada de un hijo es un buen momento para sacar ese poeta que todos llevamos por dentro y aventurarnos a escribir una calavera que deje escrito para la posteridad ese momento memorable. Seguidamente te vamos a ofrecer un conjunto de calaveritas que hemos escrito especialmente para la llegada de un recién nacido.

Espero que disfrutes de estas calaveritas literarios y si tiene algún hijo recién nacido dedícasela y mejor aún si te atreves a escribir algunas para ese niño o niña que acaba de nacer y le está dando tanta felicidad a ti y tu familia. Y es que un bebe recién nacido es razón para estar feliz, celebrar, mantener a la familia unidad y feliz entorno a ese nacimiento.
Algunas calaveras literarias para un hijo recién nacido
Eres luz más pura que la propia luz, radiante en medio
de la noche que se abre como nueva flor.
Tan pequeña que cabes en mis manos
y en mi corazón galopante feliz y urgente de ti
de tus ojos recién inaugurados que miran hondo
como el lago profundo de los sueños
y con tanta ternura que rebosa el mundo
más lejos de sus límites humanos
recostada en mi pecho encuentras remando
donde puedes descansar una vida entera lejos de peligros.
Y es que toda la dicha, toda la fe de la humanidad
cabe en tu nombre, en tus pequeños gestos
en tus pequeña y perfecta silueta hecha por el gran arquitecto.
Vienes del amor, de la conciencia de Dios y del fuego del amor.